martes, 8 de noviembre de 2011

AIRES DE OTOÑO y III

Me saluda hoy el día con una mañana soleada, de rayos de sol que templan mi sonrisa, aunque mezclada con un aire ligero que enfría muchos sentimientos. Es uno de esos días en los que puedo oler las palabras y los silencios, y también puedo oler los días que están por llegar. Un día de estos que no buscas nada y lo encuentras todo.

Desentrañar misterios, descubrir enigmas, desatar nudos, desandar caminos sin retroceder, interpretar sonrisas, configurar gestos, imaginar palabras, sumar abrazos, sentir tristeza, respirar melancolía, regalar miradas, ocultar llantos... Todo eso es el amor, entre todos esos condimentos conjugan y cocinan el verbo amar. Y amar también es retirarse a tiempo, pero este acto es demasiado generoso para la condición humana.

Como las burbujas de agua hirviendo, que se forman en el interior del líquido pero salen a la superficie y se muestran virulentas, así quiere manifestarse hoy mi sentimiento, ponzoñoso y mordaz, ardiente. He pulverizado la bendición de mirarte y emocionarme, te has convertido en apagadora de sonrisas.

Me hubiera gustado convertirme para ti en la caricia más bella jamás dada, hubiera dado la vida por arrancarte de las garras del miedo que alguna vez sentiste a enamorarte, hubiera vendido mi alma al diablo por esperarte eternamente y convertirme en el naranjo de tu patio que sostiene tu espalda. Pero todo eso son ya palabras caídas y rotas, ahogadas en los charcos de las lluvias recibidas mientras yo te amaba locamente desde mi escondite a la par que buscaba tu conquista lenta y laboriosa. Cada vez que tenía cogido entre mis manos tu corazón, él pegaba un saltito y se perdía en la espesura de mi triste existencia, en la frondosidad de tu devastadora ausencia.

El destino se obstina en demostrarme que mi capacidad de amar está bajo palio, en una burbuja truculenta que tiene como misión lograr que el único amor de mi vida sea ya mi apesadumbrada soledad. Esto es así de duro, hay que saberlo aceptar, tengo que ser conocedor de que existen cosas que se pierden para siempre.

Viviré haciendo daño a mi propio corazón, que es quien realmente lo merece. Evitaré acercarme a patios con naranjos donde haya mujeres que leen y nunca más volveré a intentar que mis pensamientos y mis sentimientos encuentren sintonía con los de otra persona.

Prometo que mi penitencia será eterna.

2 comentarios:

Sandy dijo...

Con lo lindo que empieza...que final mal triste,suena a desilusión. El amor no se pierde para siempre, se pierde la oportunidad de estar con la persona que amas, pero el corazón es desobediente, atrapa al amor verdadero y nunca,nunca, lo deja escapar.
No hagas deño a tú corazón que de eso ya se encargan otros!!
" Amar no es decir te quiero muchas veces, es pensar en esa persona cada día, cada hora, cada segundo...y saber que que harías lo que fuera por ella, para hacerla feliz,incluso si, para ello, tuvieras que(intentar)olvidarla"

Primitivo Expósito Azabal dijo...

Pedazo comentario!!! De verdad, sin palabras...
Un saludo quién seas!!!